lunes, agosto 28, 2006

Dietas, divagaciones y mieles


Parece mentira, luego de ser un fiel representante de gargantúa y pantagruel, al agacharme a amarrar mis zapatos me di cuenta que estaba respirando cortito. Si, la guata ya estaba sobrepasando los límites permitidos.
Obligado (pensé) a ponerme el uniforme de cocina negro, por que el negro adelgaza la silueta. Pura ilusión. El hecho es que las comilonas de fin de semana han dejado su huella. Una huella que cuesta controlar.
Bocuse propone la dieta de la buena mesa, osea no dejar nada, ni las mantequillas, ni las carnes, ni las pastas, ni los dulces... de que dieta me hablan, diría por allí un estresado sometido a la dieta de la luna, o la de los monjes brasileños, o la de la nasa que es infalible, o la de mi abuelita , la del agua de afrecho, la de los tomates, la de ... si para bajar de peso hay que sufrir, comer sin sal (por la presión), sin azúcar (por la diabetes), sin grasas (por el colesterol), sin carnes rojas (por que se yo), sin, sin, sin...
(Estoy en un proceso de perturbación extrema, estamos en un mundo de prohibiciones, no a todas las cosas que nos puedan proporcionar placer (por lo menos no en demasía), si hasta el exceso de pasarlo bien está prohibido.)
En que estabamos... ah si en la dieta que propone Bocuse, dice que hay que comer todo lo que uno quiera y las veces que quiera, la única condicionante que pone, es hacerlo en porciones pequeñas, osea, en vez de comer un kilo de prietas, me como una; o en vez de comer un ciento de cholgas al vapor con longaniza y pollo, acompañada de unos buenos mostos; me como una porción. No se, tendría que reflexionar más al respecto para decidirme.
Cómo hacerlo si estamos sometidos a diario a este tipo de situaciones? ¿Nos haremos vegetarianos?
Espero que no. (yo por lo menos)
Les dejo un receta suave para tardes soleadas y melancólicas.
Lenguado pochado en chardonnay y especias acompañado de miel de pétalos de rosa.
(tambien sirve para las luchas de conquista, garantizada)
Ingredientes (para dos personas)
Lenguado
400 g de filete de lenguado fresquísimo
300cc de un buen chardonnay (se puede reemplazar por un buen pipeño blanco)
20 g de chalotas
1 trozo de hoja de laurel
sal
pimienta
1 ramita de eneldo
Preparación:
Ponga en una olla el vino y las especias, cuando esté a punto de hervir, agregue el filete de lenguado y póchelo por 7 a 10 minutos. Retire con cuidado y reserve sobre papel absorvente.
Miel de pétalos de rosa.
para 300 cc de miel.
1 rosa roja fresca
1 limón (jugo)
600 gr de azúcar
600 cc de agua
Preparación:
En una olla de acero ponga a hervir el agua, una vez hirviendo, agregue el jugo de limón, luego los pétalos de rosa y deje hervir por 2 a 3 minutos. Retire los pétalos y reserve. Agregue el azúcar y de punto. Una vez que alcance el punto deseado, agregue los pétalosa de rosa y apague el fuego. Guárdelo en frasco hermético.
El montaje se lo dejo a cada uno. Sugiero el pescado en pequeños trozos servidos en la boca de tu amnte y la miel embadurnando los cuerpos desnudos....
Un abrazo y buen provecho.

martes, agosto 22, 2006

Colores coloridos


Estoy sentado pensando en las multiples preparaciones que quiero mostrarles y en las sensaciones que me provocan los distintos matices de colores, sabores, texturas, olores, formas, etc. que tienen las comidas que a diario me toca conocer y compartir con las personas que me rodean. Pienso en cómo se verían dibujadas con trazos de colores que puedan hacer sentir a los que ven esas obras, que la comida retratada en lo cotidiano también es una obra maestra. Una buena forma de entender esto es ver los colores que tiene nuestra comida; escurrir la mirada en una salsa boloñesa, en ese rojo intenso y brillante; o ver los rollitos de sushi con el blanco del arroz, el oscuro del nori, salmón fresco, shitakee café claro, tortilla de huevo amarilla, jenjibre confitado de ese rosado intenso y por supuesto el wasabi, verde palta brillante en color y sabor explosivo y sorpresivo. Casi queda uno esclavizado de los colores al mirar un plato con diversas versiones de sushi, luego queda prendado del sabor, pero eso es otra cosa.
También existen preparaciones más tradicionales donde los colores parecieran estar en un segundo o tercer plano, ya que, aparentemente, a la hora de comer una cazuela primaveral e injundiosa, no nos preocupa mucho el colorido, solo el sabor. Pero el color allí está. Veamos, choclo amarillo, zapallo naranjo, papa amarillo pálido, carne café, porotos verdes, cilantro picado verde oscuro, caldo, etc. ven como se juntan tambien los colores. Si hasta el color de las prietas es bonito (y cuando las comemos cocinadas con manzanas son mejores). Me casi olvidaba del color de las apancoras (jaibas) cocidas en el fogón, que también es bastante colorido.
Me despido, voy a la cocina a encontrarme con los alimentos que allí existan, voy a cocinar algo y veré que colores combino.
Un abrazo colorido
Y colorín colorado....

miércoles, agosto 16, 2006



Este es un cordero asandose a la usanza de la patagonia, un asado parado (asao parao), donde el fuego de madera nativa se mantiene durante muchas horas, para que la carne se ase suavemente y se impregnen todos los sabores y caiga la grasa gota a gota en la tierra. Cada comensal toma su cuchillo (en Argentina le dicen facón) y procede con delicadeza y respeto por los otros comensales a sacar un trozo de carne y se lo come, luego otro y otro y otro mas, según su necesidad. Sin duda acompañado de algunos mostos generosos y de una grata amistad.

Un abrazo para los amigos con los que compartimos este tipo de eventos y un nostálgico saludo para los días en que tuvimos que encargarnos de semejante aventura.

martes, agosto 08, 2006


Aquí están las cholgas

Con esta lluvia

No me queda mas que recordar el verano con mis amigos dandonos un atracón de cholgas al vapor.
Como las que comíamos en Lirquén con el Omar Viejo (eso cuando no se sabía nada de accidentes vasculares o de colesterol elevado) Nos sentabamos en un mesón y pedíamos 200 cholgas, cien con limón y cien al vapor con longaniza y pollo. Unos buenos mostos de la zona; (recuerdo un Santa Maeli de Rafael o Guarilihue bastante memorable), unas guitarras, amigas y amigos y allé estabamos varias horas siendo felices entre tamboreo y huifa.
Ahora con esto de la marea roja, las congeladas y que se yo, como que se ha pedido esa pasioncilla por estos nobles bivalvos.
Mi abuelo Lalo, hacía un ponche de cholgas que ni les cuento.
Tal vez uno de estos días les regale la receta.
Un abrazo...lluvioso