sábado, junio 16, 2007

RE - CORDIS

En una playa cerca de Tomé, que se llama Punta de Parra (para nosotros se llamaba Punteparra), acampando con toda mi familia; abuelos, padres, tios, primos, etc. Una noche en que los niños estabamos acostados (en ese tiempo los niños no discutían a la hora de acostarse) en la carpa de lona rayada blanca con azúl, sin piso, mientras los adultos estaban en la fogata; se escuchó un sonido distinto del habitual, gritos, risas y aplausos. Lo mas extraño es que eso ocurría en la orilla de la playa... la curiosidad pudo mas y me asomé por debajo de la carpa. Recuerdo que estaban todos los adultos en la orilla del mar en media noche descalzos con traje de baño, riendo y pateando cosas hacia la arena. Se estaba varando la pescada. Al otro día habían cuelgas interminables de pescadas secandose al sol.
En la misma playa, había una roca mágica. Mi abuelo ponía encima de ella, al anochecer, carne, vino, pan (no se en que cantidades) y al otro día, amanecía todo eso convertido en cholguas, piures, apancoras, etc. Pura magia.
Una vez me escapé de la casa de mis abuelos en Hualpencillo, y me fuí con otros niños, tan escapados como yo, a un carrusel que se había instalado cerca de la casa. Como habíamos cometido la fechoría de robarnos un peso cada uno, pudimos entrar y subir a las "sillas voladoras", una especie de columpio amarrado con cadenas, junto a varios más, girando con fuerza en torno a un eje. El juego era agarrar la silla del que estaba al lado y pegar patadas o moverla o que se yo... el carrusel era tan precario, que se comenzaron a cortar las sillas y salimos todos volando lejos, disparados y arrastrando nuestras pequeñas humanidades por el suelo de tierra de la población.
Cerca de Vegas de Itata, que es la desembocadura del río Itata, yendo al cumpleaños de un buen amigo, me tocó ver una micro de recorrido, muy destartalada, que se detenía en un lugar cerca de una cancha de fútbol. De ella bajaron tres personas, dos varones y una mujer, junto al ayudante del conductor. El hombre abrió los maleteros y sacó dos varas largas, luego un bulto grande y tubular, luego muchos bultos mas pequeños. Los dejó al lado del camino, subió a la micro y partieron. Las personas que quedaron, los dos hombres y la mujer, tomaron los bultos y los acarrearon de a poco hasta la cancha de fútbol. Comenzaron luego a abrir el bulto más grande, pusieron los palos en el centro y empezaron a armar una carpa de circo. La carpa de circo más pobre que yo haya visto, de lona gris remendada en todas partes; hermosos todos ellos en su dignidad de artistas circences que armaban su carpa como si fuera un circo de tres pistas. Cuando volví a pasar por allí tres días después, ya no estaban.
RECORDAR, del latín RE - CORDIS, volver al corazón.
Comparte tus recuerdos
Un abrazo