sábado, diciembre 05, 2009

Caldillo de Congrio (otro)

Un congrio fresquísimo, una cebolla, algunas zanahorias, papas también, un par de dientes de ajo, orégano, sal, un chorrito generoso de vino blanco de Ñipas, cilantro fresco recién cortado, algunos gajos de tomate rojo de huerta, unas gotas de limón (a gusto), agua, fuego, mmmm caldillo de congrio...
En eso pensaba mientras estaba sentado en una sala fría y sucia, mientras 29 jóvenes se estrujaban las neuronas y el colon por tratar de responder la famosa psu (prueba de selección universitaria); en eso y en cocinar un caldillo con amor para esa tarde, un caldillo capaz de hacer desistir a alguien de lo que sea, con tal de saborear su gracias cristalina y sabrosa.
en la hora de colación, me fui al puerto, al terminal pesquero, a recorrer los puestos y conversar con la gente, me encontré con muchas sabrosas ofertas: mariscos varios, piures, picorocos, cholguas, almejas, choros, erizos... también muchos pescados (no tanto como hubiese deseado, pero los que habían estaban muy frescos); merluza, chancharra, cojinova, albacorilla (eufemismo de tiburón pequeño), salmón, pejerreyes y congrio.
Elegí un "colorao" de buen tamaño, muy fresco en el puesto del Pio, lo limpiaron y me lo llevé.
En la tarde cociné con amor, con pasión, con deseo... cociné para dos y encontré todo lo que imaginé durante el día en sabores y texturas enmarcados en un sólo plato, como una pequeña y aromática obra maestra.
Hoy estoy recordando este episodio y me vuelven a dar ganas de comer pescado en cualquiera de sus formas, teniendo tantos km de litoral parece un chiste de mal gusto que comamos poco pescado.
Por lo pronto, a mi me gusta mucho, como a las gaviotas...
Un abrazo