lunes, noviembre 20, 2006

QUE BUENOS ENCUENTROS

Al fin comienzo a escuchar pajaritos en las mañanas, y siento que el tenue sol calienta de apoco mis huesos y mi carne fatigada, de fin de año. Los ciclos se cumplen iremediablemente, o menos mal, entonces, estoy tratando de bienvenir a la primavera, con todo lo que ella trae consigo y de dejar esta costra oscura que estaba envolviendo mis miradas.
Así que partí a ver a mi amigote poeta, partí con monos y petacas hasta Purranque, y llegué de sorpresa como a las seis de la mañana, de allí en que desperté a mi amigo, no paramos de comer y de beber hasta que me vine, el domingo. La Vivi nos preparó un pie de limón con frambuesas intercaladas, mmmm, ya lo quisieran haber probado algunos sibaritas que yo conozco. Debo reconocer que comimos de todo, vegetales, carneos, pastas, finas hierbas, hierbas de provenza, mostos de Chile, un escocés que tenía guardado el amigo..., algo de cine y mucho de amistad y conversa.
Así son los encuentros, inesperados, te asaltan derrepente y te dejan "marcando ocupado" un buen rato, pensando en los momentos vividos y los que se podrían vivir.
En fin, les quiero regalar una receta que me gusta mucho, unos fetuccinis hechos con tinta de calamar ( lo que les da un color negrísimo y contrastante con un plato blanco), acompañados de una salsa bicolor de piures y picorocos (se imaginan) y una ramita de orégano fresco. Mmmm, que rico...
Los fetuccinis se pueden comprar en el supermercado, pero cuando son frescos y hechos en casa son mucho mejor. Harina, huevos, sal, aceite de oliva, tinta de calamar. Se mezcla todo, se trabaja en un mesón, se deja reposar, luego se uslerea y se corta (también se puede hacer en una máquina para hacer pasta), se hacen nidos y se dejan secar.
Los picorocos son un poco mas complicados, se pueden comprar crudos (vivos=frescos) o comprar cocidos (para esto es preferible tener un "casero" de confianza). Estos crustáceos, son muy ricos, se pueden cocer a las brasas, en la parrilla, al vapor, etc. Sigo.
Desmenuzamos los picorocos, cortamos algunos puerros, la parte blanca, ajo, oliva, aguardiente, vino blanco, veloute de pescado, vino blanco. El puerro se corta en trozos finos, pequeñísimos, se saltea acompañado con el ajo en iguales condiciones, un poco de sal, alg de pimienta blanca, agregamos la carne del picoroco, seguimos salteando, flambeamos con un chorrito de aguardiente, apagamos con vino blanco y agregamos la veloute de pescado (especie de salsa bechamel, donde la leche se reemplaza por fondo de pescado), dejamos que tome la consistencia deseada, rectificamos condimentos y reservamos.
Luego aparecen los piures, ya han sido sacados de la percha, los ojos de rojo intenso y olor extremadamente marino, se sienten desde lejos (si quieren pueden tomar uno o dos y comerlos así. Sentiran el sabor intenso, oceánico); tenemos una cebolla, una o dos anchoas, algo de ajo, sal, salsa de tomates, coñac, vino blanco, oliva extra virgen, pimienta fresca recién machacada, un toque de orégano. La cebolla en el clásico brunoise fino, el ajo también, los piures cotados en trozos no muy pequeños. Salteamos la cebolla, agregamos los piures, los ajos y los condimentos, cuando esté salteado, flambeamos con coñac, apagamos con vino, agregamos salsa de tomate y dejamos estofar hasta que se logra la consistencia deseada. Luego reservamos.
La pasta la ccemos en una olla grande con mucha agua, si quieren pueden agregar una hoja de laurel, algo de sal y aceite al agua, hay quienes plantean que debe ser agua sola, hay quienes le ponen infinidad de aliños, yo lo dejo abierto, Uds. deciden. Cuando el agua hierva, agregamos los nidos de fetuccini, los dejamos unos minutos y los sacamos cuando estén al dente.
El montaje puede ser un juego de ying y yang con las salsas y el universo con los fetuccini.
Buen provecho amigos y amigas queridos y queridas , amigos y amigas reencontrados y reencontradas y amigos y amigas que estan por llegar.
Un abrazo

lunes, noviembre 06, 2006

Comida de sanación

Estoy por fin sentado frente al computador, la sala de profes está vacía por un rato y aprovecho de escribir algunas cosas que hace rato venían dando vueltas por mi cabeza. Las primaveras traen no sólo flores y alergias, también traen esas desazones que hacen que uno busque los rincones oscuros y alejados del mundo para poder suspirar a gusto, o pensar, o mirar hacia ningún lugar, sin que nadie te pregunte, qué te pasa?; estás bien?, y toda esa gama de preguntas que nos hunden un poco más en la oscuridad de la maledetta depre.
Pero en fin, la vida indefectiblemente sigue, además ahora el tema es AUGE, así que uno incluso puede acceder al siquiatra o al sicólogo sin pensar en que tienes que mejorar con urgencia so pena de pagar muchas lucas varias veces al mes. Y bueno en este proceso, la vida de los placeres mundanos se relega un poco, hasta que comenzamos a pensar que entre comer y no comer, mejor comer y así, callado y cabizbajo me dirijoa mi cocina para hacer un plato entretenido, un palto para sacarme y sacar a otros de este estado, un plato dedicado a mi amigo Ricardo, para sacarlo de sus histerias municipales, para quitarlo de un tirón del mundo mediocre que no soporta alos poetas ni a los artistas, si no que sólo quiere funcionarios. Creo que este plato le gustaría, y que lo gozaría, así con chupada de dedos incluída.
Tengo un filete de salmón , fresco, algunos camarones, un pomelo, unas cuantas lentejas del año, algunas ramitas de albahaca, cebollas, ajos, vino blanco pipeño (de Ñipas de preferencia), un chorrito de aguardiente, crema, algo de aceite de oliva y varias aceitunas negrísimas y carnosas del norte chileno.
Con el salmón (ya limpio, sin cuero y cortado en trozos), la cebolla en aros grandes, el vino blanco , sal, una hojita de laurel, hacemos un escabeche (si lo ponemos en orden, sería primero la cenbolla, luego el vino, la sal, y al último el salmón y el laurel; fuego bajísimo hasta que el salmón se cocine en el jugo propio, el vino y la cebolla...mmmm.
Mientras tanto, las lentejas se estan cociendo en una olla pequeña, solas, agua y lentejas en un abrazo de fuego.
Mas allá, las aceitunas, ya deshuesadas y cortadas en un brunoise fino, las dejamos macerar con un poco de limón, y algo de aceite de oliva y sal si es necesario.
Por último, los camarones salteados en un poco de mantequilla, con eneldo, sal y pimienta, flambeados con aguardiente, apagados con vino blanco y refinados con un chorrito de crema... ah, el jugo de pomelo al final de todo.
Comida caliente en plato caliente, recitan mis estudiantes a coro antes de montar los platos.
Las lentejas cocidas las molemos con procesador, y agregamos algo de mantequilla o aceite de oliva para refinar, sal, pimienta y unas hojitas de albahaca picada grande. Las ponemos en el centro del plato, sobre ellas ponemos un trozo de salmón; la salsa la disponemos graciosamente sin tapar el salmón y las aceitunas en un a esquina del mismo. Por último una ramita de albahaca para decorar. Para acompañarlo, un chardonnay o una copa de champaña. Al final, un buen coñac y un buen tabaco (en el patio de la casa) para seguir la conversa hasta la madrugada...
"Escabeche de salmón sobre puré de lentejas, acompañado de salsa de camarones al pomelo y aceitunas"
Para mi amigo Ricardo y todos los depresivos que estamos.
Un abrazo